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Publicado en “Clarín”, Buenos Aires, 4 de abril de 2010


Amor al por mayor: crecen las adopciones de grupos de hermanos en el país

Es porque cada vez más jueces lanzan convocatorias y recurren a los medios para encontrarles familias. También hay más parejas dispuestas a adoptar a chicos grandes y con discapacidades.

Sibila Camps

En junio pasado y a pedido de un juez, la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Sennaf) y la Defensoría General de la Nación lanzaron una convocatoria a través de los medios para encontrar familia a seis hermanos de 6 a 14 años. Hubo tantos interesados, que algunos fueron contactados por otro grupo de seis hermanos, de 5 a 14 años. Tres de los primeros ya se quedan a dormir con quienes desean ser su mamá y su papá. Y los otros seis también están en vinculación con otra pareja.

En los últimos años ha crecido el número de aspirantes dispuestos a formar familia en condiciones que implican un desafío: niños más grandes, grupos de hermanos, chicos con necesidades especiales o con una patología.

Pero son minoría. De los 2.155 legajos que maneja el Registro Unificado de Aspirantes a Adopción (al que han adherido la Ciudad y siete provincias), apenas el 43% aceptaría a hermanos, y sólo el 23% a chicos con patologías, siempre que no sean complejas. Niños de hasta 4 años, los recibiría el 43% de los aspirantes. A un nene de 6 años, que aún no sabe leer ni escribir, sólo lo haría su hijo el 15% de quienes buscan ser padres. A los 10 años, un chico apenas tiene el 1,53% de chances de encontrar mamá y/o papá; lo más probable es que se le pase la infancia institucionalizado en un hogar. "Estos chicos necesitan una madre más que cualquier otro niño", recuerda Marisa Graham, directora de Promoción y Protección de Derechos de la Sennaf.

La inmensa mayoría de las parejas pretende bebés. "Interpretan la familia como un matrimonio con hijos, y los quieren bien chiquitos porque desean recorrer todo lo que anhelan: el primer pañal, la primera mamadera ... Hay un 'relato' de la maternidad", observa el doctor Héctor Vito, del Departamento de Adopciones de la Sennaf."Una tiene la fantasía de que a un bebé va a poder criarlo a su manera, porque no trae su historia cargada; cree que si es más grande, esa marca nunca se va a borrar", confiesa Gabriela Morrow, quien terminó adoptando a cuatro hermanos de 5 a 11 años. "La mayor parte de la maternidad/paternidad más activa se comparte con la escuela", advierte Graham, quien gusta citar una frase de Juan Castro: "Uno pasa más años de su vida lavando guardapolvos, que cambiando pañales".

Del mismo modo, el imaginario social dibuja la estampa de un beb é que crece en la panza de la mamá, acariciada por el papá. "Y la mamá de estos bebés deseados para adopción quizá tiene 13 años, vive en una villa y carga un tacho de agua en cada mano", observa Graham.

"Antes se veía la adopción como un sistema para que aquellos que no podían tener hijos, los tuvieran. Ahora hay mayor conciencia de que es un sistema legal pensado exclusivamente para dar una familia a los chicos que no la tienen. Todo niño tiene derecho a tener una familia", recalca el juez Lucas Aón.Para estas situaciones difíciles, Aón y otros jueces de familia recurren a las ONGs de adopción y a la Sennaf. En 2007, la Sennaf encontró familia a dos grupos de hermanas, y a una beba con una cardiopatía.

En 2008 fueron cuatro hermanas, y ocho chicos con enfermedad o discapacidad. El año pasado tuvieron mamá y/o papá cuatro grupos de hermanos, y nueve chicos con patologías."El 80% de estas adopciones fueron de gente del interior. Es más sencillo en comunidades más pequeñas, donde la solidaridad de la sociedad es mayor", comenta Aón. Cada uno de los 24 juzgados de la Capital vela por 40 a 60 niños en situaciones difíciles, y "del 50 al 60% está en condiciones de adoptabilidad", revela el juez. "Son chicos que quizá no cumplan con el imaginario de la maternidad y la paternidad –señala Graham–, pero que pueden colmar ese anhelo".

http://www.clarin.com/diario/2010/04/04/sociedad/s-02173394.htm01.htm
     
 


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Cuando Laura Solla (38) supo que nunca quedaría embarazada, lloró dos días seguidos. La frenó su marido, Hugo Morínigo (44): "Ningún problema, adoptamos". Esa misma semana de agosto de 2004 quedaron inscriptos en el registro bonaerense de aspirantes a adopción. Pero no se quedaron esperando. Laura es licenciada en sistemas, y trabaja y enseña en la Universidad de Morón; Hugo también se dedica a sistemas, por cuenta propia. (ver nota completa)

Un dibujo con seis personas de la mano

 

Gabriela Morrow (48) y José Cvitovic (51), abogada y productor agropecuario, agradecen que, cuando iniciaron el trámite de adopción –hace cuatro años y soñando con un bebé–, les aconsejaron acercarse a Prohijar. Durante las charlas con padres y madres adoptantes dejaron de lado los preconceptos. Y en las entrevistas con las psicólogas fueron haciéndose más flexibles: "Hasta tres chicos podía ser, y hasta 6 años –recuerda Gabriela–. Con discapacidad, dependía de cuál, porque vivimos en San Antonio de Areco, con pocas posibilidades de rehabilitación. No pensábamos ni en chicos tan grandes, ni en tanta cantidad". (ver nota completa)