Por Sibila Camps.
El paso por el túnel, la luz brillante en el otro extremo, la sensación de estar fuera del cuerpo o flotando, son representaciones que el imaginario popular asocia con el tránsito hacia el más allá. Pero ahora son el centro del primer estudio a gran escala sobre experiencias cercanas a la muerte -así se llaman, o también ECM-, iniciado en la Universidad de Southampton, Gran Bretaña. Lo conduce el doctor Sam Parnia, un especialista en cuidados intensivos. Después de una etapa piloto de 18 meses en diversos hospitales británicos, el estudio se ampliará a otros centros de ese país, de Europa y Estados Unidos.Los investigadores harán foco en las áreas de resucitación, donde instalarán imágenes, pero que sólo serán visibles desde el cielorraso. "Si se puede demostrar que la conciencia continúa después de que se desconecta el cerebro, esto abre la posibilidad de que la conciencia sea una entidad separada -evalúa Parnia-. Y si nadie ve las imágenes, esto probará que esas experiencias son ilusiones o recuerdos falsos". El doctor Tristán Beckinstein, investigador asociado de la Unidad de Ciencias de la Cognición y el Cerebro, de la Universidad de Cambridge, cuestiona el punto de partida: "Asumir que la mente está separada del cerebro es una hipótesis de trabajo que, al diseñar experimentos, genera un problema epistemológico. Presupone que existe algo intangible, que por lo tanto no puede ser medido, sino sólo de manera indirecta". Parnia recuerda que, contrariamente a lo que piensa la gente, la muerte no es un momento específico sino "un proceso que comienza cuando el corazón deja de latir, los pulmones dejan de trabajar, y el cerebro deja de funcionar, una condición médica calificada como paro cardíaco; durante un paro cardíaco, los tres criterios de muerte están presentes". Especialistas consultados por Clarín coincidieron en que esto último es erróneo. "El cerebro no deja de funcionar instantáneamente: puede estar sin sangre varios minutos, y las neuronas están intentando sobrevivir", observa Beckinstein. "A partir de los tres minutos sin oxígeno, hay células de ciertas zonas que comienzan a morir. Muchas veces pudimos resucitar a personas desde el punto de vista cardiovascular pero no cerebral, pues el tiempo que quedó sin oxígeno fue suficiente para dañarlo", señala el doctor Carlos Gherardi, director del Comité de Ética del Hospital de Clínicas. Parnia señala que tras el paro cardíaco sigue un período, de pocos segundos a una hora, en el que las maniobras de reanimación a veces logran que el corazón vuelva a bombear. "Lo que experimenta la gente durante este período proporciona una ventana única para comprender y ver si pueden recordar las imágenes" que se utilizan en el estudio, estima Parnia. "Hay corrientes que tratan de probar que hay un espíritu más allá de la fisiología. Eso es un acto de fe, porque la tolerancia del cerebro a la falta de oxígeno es mínima -observa el doctor Eduardo San Román, jefe de terapia intensiva en el Hospital Italiano-. Ese recuerdo tiene que ver con las creencias o las vivencias previas de la persona. Esa percepción de ver la luz es algo cultural, ya que cuando se va perdiendo el flujo cerebral, lo primero que ocurre es ver nublado". En 40 años de trabajo en terapia intensiva, "nunca tuve un paciente que me relatara esas experiencias -cuenta Gherardi-. De haberlo tenido no dejaría de creerle; pero no podría decirle que murió y volvió de la muerte, porque la muerte es una sola, y de ello no se vuelve". San Román da una explicación de las ECM: "Todo proceso de conciencia es bioquímico; a tal punto, que las drogas que actúan sobre el sistema nervioso central alteran sus receptores bioquímicos, lo que modifica la percepción. En una detención circulatoria, esos receptores se han alterado". "Todo lo que una persona puede contar sobre ese momento es válido; pero las extrapolaciones que esa persona o algún observador hacen -advierte Gherardi-, son un aporte personal que exacerba la ilusión y explora la fantasía, que es más frecuente en algunos, y en muchos casos con su relato han ganado mucha plata".
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