Sibila Camps Con abundantes termiteros al alcance de sus interminables hocicos, ocultos entre los pastizales del Iberá, Iboty Porá (flor linda, en guaraní) y Preto acaban de cumplir tres meses en libertad. Son los primeros osos hormigueros gigantes reintroducidos en la provincia de Corrientes, donde se extinguieron hacia 1983. Son, también, el símbolo de un ambicioso proyecto a largo plazo para recuperar especies y restaurar paisajes, para mantener la extraordinaria biodiversidad de esa región. Numerosas instituciones nacionales y provinciales participan en esta iniciativa de CLT (Conservation Land Trust), considerada por la Dirección Nacional de Fauna Silvestre como un piloto para el futuro trabajo con otras especies amenazadas del país. Se trata de una tarea delicada y trabajosa, en la cual, sin embargo, se avanza a buen ritmo: en marzo serán liberados otros cuatro ejemplares. El oso hormiguero bandera -como también se lo llama- desapareció de esa zona a causa de la transformación de su hábitat, la caza y la predación por parte de perros domésticos. Las mismas amenazas lo acosan en otras provincias del norte donde aún quedan ejemplares, y periódicamente aparecen animales cautivos. Devolverles la libertad y lograr que sobrevivan no es automático. Iboty Porá nació en Jujuy, fue criada a mano y llevaba dos años en cautiverio; el doble que Preto, el macho, procedente de Santiago del Estero. Cuando fueron donados a CLT, Sebastián Cirignoli ya había identificado las zonas más aptas de Iberá para su reinserción, y estudiado la disponibilidad de hormigas y termitas. Ambos estuvieron primero en cuarentena en la Estación Biológica Corrientes, dependiente del Museo de Ciencias Naturales de la Capital y del Conicet. Allí se les hicieron análisis clínicos y de laboratorio, y pasaron a los corrales de aclimatación, ya en tierras que CLT prevé donar a la Reserva Natural Iberá. Allí, con el menor contacto humano posible, "se les hacen estudios biológicos y de comportamiento, para ver si sus características les permiten ser reintroducidos", dice la veterinaria Marcela Orozco. Reciben licuado con frutas, alimento balanceado para gatos, huevo crudo, un yogur especial y suplementos vitamínicos y minerales. "Gradualmente disminuimos esa dieta y colocamos termiteros y hormigueros", agrega. Así están dos hembras y un macho adultos, llegados de Salta el 30 de setiembre, y un pequeño de siete meses, rescatado por un guardaparque de Jujuy cuando un cazador mató a su madre, que llevaba a la cría prendida del lomo. Arandú tenía dos meses cuando fue donado al proyecto. "Al principio le poníamos peluches y estructuras para que se agarrara y no tuviera interacción con las personas", cuenta Orozco. Entretanto se le construyó la primera madre sustituta del mundo para esta especie, con forma de oso hormiguero, piel sintética, una manta térmica debajo del lomo y dos mamaderas con leche siempre caliente, simulando las mamas. Arandú la adoptó durante tres meses, hasta que comenzó a comer también hormigas y, al mismo tiempo, fue "presentado" a una de las hembras adultas, que lo aceptó en su lomo. Pronto pegará el estirón y recibirá su radiocollar, con forma de arnés. Pocos días después, los cuatro animales estrenarán los recintos de presuelta, de seis hectáreas cada uno, cercadas ya en el área de liberación. Tendrán una suelta gradual: por un tiempo podrán regresar y, cada tanto, tener al alcance de la larguísima lengua su alimento artificial. Pero lo más probable es que sigan los pasos de Iboty Porá y de Preto. Antena en mano, el biólogo Yamil Di Blanco y su casi colega español José Luis Martínez Martí tienen que caminar cada día más para rastrearlos por pastizales, montes y malezales.
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