Sibila Camps Agua eres y en agua volverás. Es el principio que rige el primer Módulo Argentino de Energía Limpia (MAEL), que estará funcionando en la Base Esperanza desde mediados de enero y será el segundo en ese continente, después de la Estación Princesa Elisabeth, de Bélgica. Se trata de tomar viento y agua, y convertirlos en electricidad, para reemplazar el gasoil y el gas envasado, que son contaminantes y carísimos en la Antártida. Viento, hay demasiado. Y agua, no faltará nunca. Establecerse en la Antártida es estratégico, pero tiene un costo inmenso. Por ejemplo la Base Esperanza -donde viven 60 personas, incluidas familias con niños- consume unos 350.000 litros de gasoil por año. Transportarlo lo hace cinco veces más caro pero por ahora no hay otra opción, ya que se utiliza mayormente para contrarrestar temperaturas que oscilan entre 8° y -10° en verano, y que en invierno bajan a -35°. Por otra parte, en virtud del Tratado Antártico, los países se han comprometido a cuidar el medio ambiente del continente. La investigación sobre energías alternativas para aplicar en la Antártida se hizo entonces prioritaria. El Comando Antártico del Ejército, la Dirección Nacional del Antártico y el Instituto Antártico Argentino impulsaron así, en 2007, el proyecto Viento-Hidrógeno, coordinado por Pablo Alejandro Cañete (32), teniente primero y matemático. Se montó en esa base el Laboratorio de Energías Alternativas. Y para calefaccionarlo se instaló un aerogenerador de 5 kw desarrollado por el INVAP, con lo que se reduce hasta un 30% el combustible del laboratorio. Hay además una celda de combustible, que alimenta un televisor portátil. En estos días se está instalando el MAEL, todo un circuito que parte de la energía eólica para producir otro combustible limpio: hidrógeno. El MAEL incluye un segundo aerogenerador, construido en la Planta Experimental de Hidrógeno de Pico Truncado, junto a la Asociación Argentina del Hidrógeno Brindará otros 5 kw que, a través de una electrónica de potencia mantendrá cargado un banco de baterías. El excedente alimentará un electrolizador -desarrollado en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA)- que, a partir de agua, producirá hidrógeno y oxígeno, a ser almacenados en tanques. El electrolizador puede ser comandado a distancia vía Internet.Con el hidrógeno funcionarán un horno, una hornalla, un soldador y un grupo electrógeno, construidos especialmente por el ITBA. En una próxima etapa se agregará una celda de combustible tipo PEM, que también produce hidrógeno, para alimentar una computadora. "El producto final es siempre agua", destaca el profesor Ricardo Lauretta, del ITBA. Aunque no todo es tan sencillo como parece, y se siguen haciendo correcciones. El viento llega fácilmente a los 250 kilómetros por hora, y "cuando sopla a más de 90, se puede quemar el aerogenerador", explica Cañete. Y como por cada treinta días hay cinco sin viento, se plantea agregar además paneles solares, para aprovecharlos durante el verano. Hay planes para obtener biogás, de energía a partir de las mareas, y de biodiesel reciclando aceites usados. "La meta es reducir el 50% del consumo de combustibles fósiles de la base en 15 años subraya el científico. Empezamos en 2006 y ya estamos en un 10%".
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