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Publicada en diario"Clarín", Buenos Aires, 27 de noviembre de 2011
 

Revelan que el hombre que descubrió a Eichmann fue perseguido y torturado

Después de señalar al jerarca nazi, su vida fue un calvario. Y años más tarde, también profanaron su tumba.
 

Sibila Camps

La historia de Lothar Hermann, el vecino de Olivos que en 1957 descubrió al criminal nazi Adolf Eichmann en la Argentina, fue tan marginada del relato oficial, que ni siquiera sus descendientes en Buenos Aires sabían de su existencia. El viernes pasado, en el Cine York de esa localidad, salieron a la luz su heroísmo y sus padecimientos, hilvanados por Gustavo Campana, conductor de Funes el memorioso (AM 750).

En ese cine se había iniciado todo, cuando Sylvia, la hija de Hermann, de 14 años, se hizo amiga de un grupo de jóvenes alemanes, entre los que estaba Klaus, el hijo mayor de Eichmann, entonces de 20 años.

Sobreviviente del campo de concentración de Dachau, Lothar Hermann había llegado en 1938 a la Argentina, donde ya vivía su hermano Hugo. Sólo otros dos hermanos lograron huir; en los años siguientes, los siete restantes, como también sus padres, fueron exterminados junto con 6 millones de judíos. Por ellos, Hermann se propuso llevar a los criminales a la Justicia.

A través de su hija descubrió que Ricardo Klement era Adolf Eichman, cuyos hijos estaban inscriptos en el Colegio Alemán con su apellido real. Casi ciego por los golpes recibidos en Dachau, era Sylvia quien le leía el Argentinisches Tageblatt.

Supo así que Fritz Bauer, fiscal general de Frankfurt, había librado orden de captura contra Eichmann, y le escribió dándole su dirección.

Veintiséis cartas envió Hermann, clamando por la detención de quien había sido el ingeniero de la “solución final”. En marzo de 1960 planteó al gobierno de Israel: “Obviamente ustedes no tienen ningún interés en detener a Eichmann”.

El 11 de mayo, el jerarca nazi fue capturado en secreto y llevado nueve días después a Jerusalén, donde fue juzgado y condenado a la horca. Habían pasado tres años desde la denuncia de Hermann.

La vida de Lothar ya era un infierno, al punto de que mandó a Sylvia a vivir con la tía Elsa a San Francisco (EE.UU.). El se había radicado con su esposa en Coronel Suárez, por ser una zona de escondite de nazis. Su hermano Hugo se casó, nació su hijo Luis María y, probablemente alterado por las desgracias familiares, al año desapareció del hogar.

Luis María Hermann creció sin conocer este pasado. Hace diez años, su hijo Luis comenzó a tramitar la ciudadanía alemana. Un día, por error, en la embajada de Alemania en Buenos Aires le entregaron el abultado expediente de Lothar, que le quitaron de inmediato; pero esos dos minutos le bastaron para sospechar que su apellido tenía algo que ver con Adolf Eichmann.

Desde entonces, su hermana Liliana y su esposo Ariel Mereles se lanzaron a buscar las fichas del rompecabezas, y a nutrir la convicción de que su tío abuelo debía ser reivindicado.

En Coronel Suárez, un grupo de chicos historiadores los llevó a la tumba de Lothar, varias veces profanada y ahora sin su nombre. Su mejor amiga les contó sobre las persecuciones sufridas desde que empezó a reclamar a Israel el pago de la recompensa por descubrir a Eichmann.

En 1961 fue detenido por cinco agentes –dos de ellos del Mossad, el servicio secreto israelí–, que lo “confundieron” con el sanguinario doctor José Menguele, quien tenía cédula argentina con su nombre real. Pese a que la Policía bonaerense lo aclaró al instante, Hermann fue torturado y estuvo preso 15 días. Liliana y Ariel hallaron pruebas del hostigamiento y las amenazas que debió sufrir mientras vivió.

Ya enfermo de cáncer, en 1971 aceptó la presión del gobierno de Israel y negó públicamente haber tenido vinculación con el caso Eichmann. Recién entonces le pagaron, 20 cuotas de 500 dólares, que empleó para tratar su enfermedad. Murió en 1974.

Liliana y Ariel localizaron a Sylvia, con quien habló Luis María en 2010. También ubicaron a Tuviah Friedman, director de Documentación en Haifa (Israel), quien había ayudado a Lothar a cobrar la recompensa y les entregó copia de cartas y documentos que prueban su verdadero papel. Hace cuatro meses conocieron a la periodista alemana Gaby Weber, y el rompecabezas fue cobrando forma.

En el cementerio de Coronel Suárez, Lothar Hermann es NN. “Entre todos tenemos que hacer algo por esa tumba”, insta Ariel.

http://www.clarin.com/sociedad/Revelan-descubrio-Eichmann-perseguido-torturado_0_598740182.html
   
 
   
 

La CIA habría capturado al teniente nazi


 

La periodista Gaby Weber, autora de La conexión alemana y otros libros, corresponsal en América latina desde hace 25 años, ha investigado hasta la médula la historia de la fábrica Mercedes Benz en Argentina, donde trabajaba Adolf Eichmann cuando fue secuestrado. Logró que EE.UU., Israel y Alemania desclasificaran documentos secretos (aún está en juicio por otros), y así pudo confirmar que fue la CIA, y no el Mossad, la que capturó al nazi en Argentina.

Weber enumera conocidos criminales nazis que tras la guerra fueron reciclados por Alemania, EE.UU. e Israel. El primer ministro israelí “Ben Gurion nunca buscó a un nazi, porque era realista y quería financiar su programa para llegar a la bomba atómica. ‘El único país al que le puedo sacar dinero chantajeándolo, es a Alemania’ (…) Al final, Alemania Federal pagó 630 millones de marcos para la central nuclear de Dimona” –cuenta Weber–, donde muchos sospecharon siempre que había armas atómicas. A diferencia de otros jerarcas, Eichmann vivía pobre en Argentina. Resentido, contó su historia, reivindicando el genocidio, al ex SS Wilhelm Sassen, quien también vivía en Buenos Aires. Sassen intentó vender las 67 horas de grabación a algún servicio; un resumen se publicó en Life. Según determinó Weber, el locuaz Eichmann se había vuelto una amenaza, y fue entonces cuando se decidió eliminarlo. Su captura y traslado no habría sido posible, sostiene, sin la anuencia del gobierno argentino.
http://www.clarin.com/sociedad/CIA-capturado-teniente-nazi_0_598740184.html