Sibila Camps La llegada de los primeros colonos judíos a la Argentina, hace hoy exactamente 120 años, parece una pequeña metáfora de los sufrimientos de ese pueblo: huida de las persecuciones, esperanzas en la nueva tierra, desengaños y adversidades, y superación gracias a inmensos esfuerzos colectivos. A partir de 1880, más de dos millones de judíos comenzaron a emigrar de la "Zona de Residencia", al oeste de Rusia, en la cual los había confinado el gobierno zarista. Obligados a abandonar sus hogares, sin tierras para cultivar, arrinconados en determinadas ciudades y sin poder ejercer ciertos oficios, emprendieron largos viajes para radicarse en otros países, con apoyo de la Alliance Israélite Universelle (AIU). En 1887, las opciones se habían reducido a América del Norte, África y Palestina. Pero las gestiones fracasaron, y surgió la alternativa de la Argentina: ya existía la ley de inmigración y colonización, y desde 1881 el presidente Julio A. Roca impulsaba la inmigración israelita desde los pogroms de Rusia. El primer contingente llegó al puerto de Buenos Aires en el vapor alemán "Wesser", el 14 de agosto de 1889. Eran 134 familias (824 almas), una comunidad independiente guiada por el rabino Aarón Goldman. Pero aquí se encontraron con que las tierras que les habían prometido –Nueva Plata, cerca de La Plata– ya estaban ocupadas. "Salió a socorrerlos la pequeña comunidad judía que había en Buenos Aires. Su asesor letrado era Pedro Palacios, un terrateniente que tenía muchos campos en Santa Fe, y les vendió lotes de 10 hectáreas", evoca Eva Rosenthal, directora del Museo Comunal Histórico y de la Colonización, en Moisés Ville. Les prometió herramientas, carpas y animales. Pero al llegar a Estación Palacios, en el oeste santafesino, nadie los esperaba. Abandonados y hambreados, sobrevivieron de la caridad de los obreros del ferrocarril. Un brote de tifus se llevó a 60 niños y hubo cementerio antes que colonia. Algunas familias se conchabaron en estancias vecinas y otras se desperdigaron. Quedaban 50 familias cuando el médico rumano Guillermo Loewenthal, a pedido de la AIU, pasó por allí e intervino ante las autoridades, para obligar a Palacios a cumplir con sus compromisos. Se formó así la primera colonia judía independiente del país, a fines de octubre de 1889, que fue el origen de Moisés Ville. A raíz de esa mala experiencia, Loewenthal propuso un plan de colonización a la AIU, cuyo principal sufragante fue el barón Mauricio de Hirsch, para lo cual creó la Jewish Colonization Association. Los primeros beneficiarios se radicaron en Colonia Mauricio (hoy Carlos Casares). Los segundos, fueron los colonos de Moisés Ville. En 1908 fundaron La Mutual Agrícola, la primera cooperativa de Santa Fe. Soportaron plagas de langostas, sequías e inundaciones. Fueron mejorando su ganado y para los años '30 se dedicaban sobre todo a la lechería. Cuatro de las nueve cooperativas que dieron origen a SanCor, en 1938, eran de Moisés Ville. Para el censo 2001, Moisés Ville tenía 2.570 habitantes. Hoy, sólo el 10% es de origen judío. |