Sibila Camps
-Con frecuencia dijiste que te interesaba el mercado estadounidense para reafirmar tu vigencia en Latinoamérica. ¿No había otros caminos posibles?
- No. La música de hoy, nazca donde nazca, el 99 por ciento de las veces se queda en ese lugar. La música actual nace en los Estados Unidos y en Inglaterra. Para confirmar una posición en los países después de muchos años hay que tener éxito universal, y eso lo da la música americana, sin lugar a dudas.
-En otros repertorios, otros cantantes han logrado esa vigencia sin pasar por los Estados Unidos.
-Yo soy un puro entertainer de música muy fácil, como la que cantaban Nat King Cole, Elvis Presley, como la que canta Sinatra; de palabras sencillas con una música entretenida. Nunca me he metido en música social, ni que tenga una relación más intelectual. Soy un simple entertainer y como eso tienen que catalogarme cuando me muera. Ni soy poeta ni intelectual ni esa chingadera: soy un simple cantante. Pero para la historia.
- ¿De qué te sirve la historia, una vez muerto?
-Prefiero morir solo -pero en la leyenda-, que acompañado, sin la leyenda. Lo que quiero decir es que trabajo mucho: me llevó tres años hacer Non Stop, junto a Stevie Wonder, Chicago, Earld, Wind & Fire, David Foster, mucha gente negra interesante.
-Ser historia y ser leyenda. Cuando ya se es leyenda, la música ya no es actual. Y aunque no hayan buscado la contemporaneidad, igual hay muchas leyendas, como Gardel y tantos otros.
-La leyenda está siempre provocada por muertes violentas. Hablo de otro tipo de leyenda, de la leyenda fácil, easy. La que yo quiero tener es la de un señor que tiene muchas "narices": vender discos después de veinte años en Francia, en la Argentina, en Alemania. Esa es la vigencia de un artista, la contemporaneidad, el saber superar etapas.
-¿Para qué te sirve esa leyenda, en lo personal?
-Para estimular mis metas, para aprender, para mejorar.
-Uno puede también mejorar, aprender en privado.
-Yo no soy un hombre intelectual. Soy una persona que trato de hacer mi trabajo lo mejor posible, de aprender lo mejor que puedo.
-A veces parece que disimularas: creo que sos un tipo muy inteligente.
-No.
-Sí, y que a veces se hace la "mosca muerta", como decimos los argentinos.
-Tonto no soy, por supuesto. Cuando los argentinos me vean cantar, después de siete años, no se lo van a creer.
-¿En qué cambiaste?
-En que ahora soy un cantante excepcional y antes era una mierda. antes era una persona a la que le habían dado un coche de carrera, y se pegaba golpes por todos lados. Y ahora soy una persona que sé conducir, que participo en las carreras; a veces llego último, pero participo.
-Te definiste como un entertainer. ¿Entretenimiento para qué?
-La música es fundamentalmente emocional. Uno tiene las emociones que interpreta; hay gente que tiene otro tipo de emociones. Las emociones que yo tengo son ésas, y he sido fiel a ellas; si no, no habría continuado vendiendo discos. Además, la técnica que se aprende a través de los años lleva a ser mejor cantante y más seguro en el escenario.
-¿No implica también el riesgo de poner en marcha el piloto automático?
-No. Cuando un artista sobrepasa dos generaciones, es de verdad, no cabe duda. La universalidad descarta ser artista de piloto automático.
-¿Qué es universalidad, entonces?
-Ser finlandés para los finlandeses, y australiano para los australianos.
-¿Eso implica mimetismo?
-No, implica profesionalidad, talento. El talento no tiene fronteras.
-Pero no ignorás que también hay determinados mecanismos que hacen que cierta música pueda estar más cerca o más lejos de un montón de gente.
-Hay que tener talento para llevarla allí. El talento no es sólo para cantar, sino también para llegar, en esos momentos determinados, a los lugares donde tiene que estar.
-¿Nunca te juzgás por vos mismo, más allá del espejo que puedan ser el público o la venta de discos?
-Por mí mismo, ya te he dicho que antes era un cantante mediocre y ahora soy un gran cantante, uno de los cantantes blanquitos mejores del mundo. Lo digo con toda alegría, porque a nadie le habrían permitido cantar con esa gente si no hubiera sido por eso.
-¿Necesitás siempre esa confirmación externa? ¿No te alcanza con tu propia opinión?
-Yo tengo una grandísima inseguridad, que es la que hace que trate de perfeccionar mucho más lo que hago. Pero mi opinión personal es la más válida de todas en mi trabajo. Si estoy conforme con mi trabajo, lo saco; si no, lo guardo.
-¿No te dan ganas a veces de parar un poco la pelota y paladear todos esos triunfos?
-Me encantaría estar en París, comerme un. Pero pierdo tiempo así.
-¿Perdés tiempo para qué? Porque en definitiva, es tu tiempo.
-Mi tiempo es válido cuando es profesional, y no cuando es emocional; entonces, prefiero perder tiempo profesional.
-Pero sin esa parte de emocionalidad.
-Eso se junta en el arte. Hablo de lo emocional personal. Ya tengo todo en la vida, menos tiempo. Ese tiempo que me queda, pequeñito, se lo dedico a mi música. No soy tan golfo como la gente piensa todo el día: me gusta la gente guapa, tengo buen sentido de la estética, pero me gusta sobre todo mi profesión. Y cuando tengo un poco de tiempo libre, me gusta estar en una mesa para ver o para escuchar. He estado sentado en mesas de políticos, de poetas, de pintores; mesas lindísimas, de gentes que hacen historia y de gentes que hacen histeria, y me quedo con ambas.
-¿Por qué te has asentado en el repertorio sentimental?
-Ese es el masoquismo mío: a mí me encanta la pareja.
-¿Eso es excluyente?
-No. Prefiero que sueñe la gente, a soñar yo. Es más: el que sueña mucho no hace soñar.
-¿No implica una especie de mecánica?
-No. Yo vivo mejor solo que acompañado.
-Lo dijiste muchas veces en los últimos reportajes: ¿no son retoques en el personaje Julio Iglesias?
-No. A mí me gustan las mujeres más que antes. Lo que pasa es que estoy más viejo, me gustan de otra manera. Pero no uso a la mujer.
-¿Esos cambios se reflejan en tus canciones?
-Totalmente. Desde las primeras canciones, de amor infantil, hasta Un hombre solo, hay una gran evolución. Y en el plano musical se nota sobre todo en el último álbum. Comencé escribiendo canciones, continué escuchando canciones, y ahora disfruto interpretando canciones de los grandes autores; estoy un poco seco para escribir. Antes era muy infantil, cantaba mucho más con el corazón que con la cabeza; ahora canto con el corazón y con la cabeza.
-¿Dónde se pone cada cosa? ¿Pueden disociarse?
-El talento es bello cuando la cabeza está en conexión directa con el corazón, cuando ambos van de la mano.
-Eso es incompatible con el hacer soñar antes que soñar uno.
-Hablo de cantar.
-Pero forma parte de tu profesión, de lo que hacés sobre el escenario.
-Cuando salgo al escenario, que es parte fundamental e mi vida, hay una unión perfecta entre mi cabeza y mi corazón. Después, cuando me voy del escenario, es otro tipo de vida, soy otro tipo de hombre.
-¿Qué pasa cuando llega la hora de un show y quizá no tengas ganas de salir a cantar?
-Siempre tengo ganas de salir.
-¿Y el agotamiento? ¿Y los problemas?
-Nunca, ni un problema. Nada me quita las ganas de salir al escenario. Para mí es un estímulo, es la parte energética más importante de mi vida, la que me carga.
-Es la que siempre anda bien.
-Siempre anda bien, sí. Lo demás anda para el carajo.
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