Sibila CampsArtículos destacados
   
   
Publicada en diario " Clarín", Buenos Aires, 09 de Marzo de 2009

   
 

Todo hecho a pulmón


 

Un año de natación integrada dio lugar a la inclusión social. Y ante la falta de apoyo municipal para la experiencia en río, hace dos meses los mismos chicos empezaron a movilizarse. Se sumaron hermanas y hermanos, amigos de los hermanos, amigos de los amigos, y terminó armándose un grupo de unos veinte jóvenes, que se dedicaron a organizar la extraordinaria fiesta de ayer.

Aprendieron a buscar precios y a elegir materiales, tratando de encargar las tareas a los chicos menos duchos. Consiguieron el escenario, el sonido, el alquiler de sillas, el cotillón, las leyendas y carteles, la decoración, los banderines para las lanchas , las golosinas de premio. El que no podía recortar, pegaba. Y el que no hacía nada, cebaba.

Ahora van por más: sumar a todas las personas con discapacidad; enseñar a leer y a escribir a los que faltan; y que aprendan a manejar dinero, para que sean más independientes.

   

EXPERIENCIA DE NADO CON PARTICIPANTES DE TODO EL PAIS


"Los Tiburones" vencieron otra vez al río Paraná a pura pasión


 

Son los chicos y jóvenes de Arroyo Seco discapacitados que cada año se lanzan a las aguas.


Sibila Camps

“Es impresionante estar en medio del río, no cualquiera se anima. Y si ellos pueden, ¿por qué no nosotros?" Quien lo dice es José Luis Leguiza (43), debutante entre Los Tiburones, los chicos y jóvenes discapacitados de Arroyo Seco y pueblos vecinos que todos los años comparten la experiencia de nado en el Paraná. Lo original es que Leguiza no tiene discapacidad, y que ayer fue uno de los 40 nadadores "no especiales" que por primera vez se sumaron a Los Tiburones.

Esta 11a. Experiencia de Nado en Río fue la primera integrada, resultado del primer año de trabajo en el complejo municipal Los Tiburones, el primer natatorio del país donde, además de total accesibilidad física, se trabaja en forma conjunta a partir de las capacidades en común.

Por un kilómetro, Claudia Lajara hizo por primera vez lo que su hijo Emiliano Machuca (21) hace desde que empezó la experiencia en el Paraná. Confiesa que, cuando se lanzó al agua, tragó agua y se asustó. "Después, los profesores me ayudaron a relajarme y empecé a bracear. ¡Pero no es fácil hacer lo que hacen ellos!"

"Son chicos normales. Son muy dulces, muy tiernos; como un bebé. Son apasionados. Te comprenden y te alientan un montón. Hay algunos que... ¡guau! nadan mejor que yo", describe Micaela Costurella (12).

Compartió el "bautismo" de un kilómetro con el grupo de Daiana Zaccardi (16), una chica con un retraso madurativo y trastornos de conducta que logró "enormes avances en muy poco tiempo -cuenta su madre-. Le cuesta integrarse a los lugares nuevos, y parece que lo ha superado".

La más pequeña fue Valentina (7), la hija menor de Patricio Huerga, el iniciador de este proyecto. Pero el guía de la nena fue Sergio Silva (24), un joven hipoacúsico y con leve retraso mental, y excelente nadador. Otro debutante fue Alejandro Bordoni (8), de Villa Constitución, ciego, quien ayer esperaba el momento de "contar a todos en la escuela que me tiré".

Desde Mar del Plata llegaron, "con muchísima ansiedad", Rosa Meyer (48) y Laura Delgado (32), dos nadadoras que suplieron con fuerza de brazos la debilidad de sus piernas. Compartieron los cinco kilómetros con seis atletas de la Fundación Peumayén-co de General Alvear (Mendoza), entre ellos Paula Pugliese (32), hipoacúsica, y Walter Alvarez (34), ciego, quienes participaron por cuarta vez.

Cada uno de los 77 nadadores discapacitados y de los 40 que no lo son, merecería ser protagonista de la nota. Pero quedaría afuera la fiesta indescriptible de las miles de personas que colmaron el Rowing Club de Arroyo Seco, que se agolparon en la playa para despedir y alentar a los chicos. No se podría hablar de la espontánea solidaridad de la comunidad cuando se enteró de que, por primera vez, la Municipalidad no apoyaba la experiencia e incluso trataba de desalentarla.

No habría espacio para comentar las palabras tranquilizadoras de una joven Down hacia la compañera "no especial" que estrenaba su miedo mientras abordaba la lancha. Quedarían sin mencionar los padres que se mojan los pantalones cuando ven asomar las cabezas mojadas de sus hijos, las hermanas que sacan fotos, las madres que preparan el toallón, los aplausos, los vivas, las lágrimas.