Sibila Camps
El terremoto de Chile fue tan intenso, que hasta desplazó la ciudad de Buenos Aires 3,9 centímetros hacia el oeste. La ciudad chilena de Concepción, la más cercana al epicentro del sismo, se corrió más de 3 metros hacia el oeste-sudoeste. Son cifras preliminares, que los científicos ya están chequeando sobre terreno. "La Tierra se mueve permanentemente, apenas milímetros por año", recuerda Patricia Alvarado, doctora en geociencias e investigadora del Conicet en la Universidad Nacional de San Juan. Al margen de esos cambios infinitesimales, están los provocados por los movimientos de las placas tectónicas. Por eso, en 1993 se puso en marcha el Proyecto GPS Sur y Centro de Los Andes (CAP, su sigla en inglés) que, coordinado por Mike Bevis, de la Universidad del Estado de Ohio, "mide las deformaciones causadas por los sismos en esa cadena montañosa", explica Sergio Cimbaro, agrimensor especializado en geodesia del Instituto Geográfico Nacional, que participa en el proyecto, junto con el INPRES y las universidades de Cuyo, San Juan y Buenos Aires. Este fue el quinto terremoto de mayor magnitud en la escala de Richter registrado desde principios del siglo XX, cuando se instalaron los primeros sismógrafos. Entonces, Richter medía la magnitud por la amplitud de la onda. "Eso se perfeccionó, y hoy se determina midiendo varios tipos de ondas -señala Alvarado-. Y ese valor de magnitud de la energía liberada en el sismo, se relaciona con el tamaño de la ruptura que generó el terremoto". El de Chile provocó una ruptura de unos 500 kilómetros a lo largo de la costa del Pacífico, y en una amplísima zona -incluyendo las islas Malvinas y Fortaleza, en Brasil-, todo se corrió de lugar. Mediante cálculos preliminares, pudo probarse gracias al Proyecto CAP, que viene monitoreando una red de 25 puntos mediante "monumentos de GPS". Son grandes clavos de acero que se fijan con cemento a una roca, a 20 centímetros de profundidad, y en los que se colocan GPS; el paso de los satélites por esos puntos permite medir sus desplazamientos en relación con un punto fijo de la placa de Nazca, situada en el Pacífico. Esta tecnología también sirve para medir los movimientos verticales. Los desplazamientos son "un fenómeno natural. Con el tiempo, eso crea relieves: algunas islas se hunden, otras se levantan. La cordillera crece menos de un milímetro por año", observa Alvarado. Como el de Chile fue un sismo de subducción, en el que la placa de Nazca se hundió por debajo de la placa Sudamericana, los "puntos" se movieron hacia el oeste. La ciudad de Concepción, la más cercana al epicentro, se corrió 303,9 centímetros. La capital chilena está ahora 23,8 cm más hacia el oeste; Valparaíso, 27,7 centímetros. Mendoza se movió 13,9 centímetros; Neuquén, 12; Bahía Blanca, 4,4. Buenos Aires está ahora 3,9 centímetros más hacia el oeste. Es muchísimo en relación con los minúsculos movimientos anuales, aunque también es natural. "No es algo peligroso para Buenos Aires", asegura Benjamin Brooks, investigador asociado al CAP desde la Universidad de Hawaii. "La variación es ínfima y no merece modificarse la cartografía, que oficialmente utiliza una escala de 1/50.000 milímetros; eso quiere decir que 1 milímetro en el papel son 50 metros en el terreno", apunta Cimbaro. Alvarado cuenta que en su viaje de 1851 con el "Beagle", Darwin ya había descrito el terremoto de 1835 en Chile, tras ver los desplazamientos. "Como miraba los acantilados, las capas geológicas, detectó que en el sur del Perú, los ríos de la costa se habían corrido; y eso sólo podía ser atribuido a un terremoto masivo, en época precolombina", comenta la historiadora Margarita Gascón, investigadora del Cricyt-Conicet, en Mendoza. Ahora, los científicos del Proyecto CAP están tomando posiciones con los GPS, para afinar las mediciones. "Hay efectos presísmicos, co-sísmicos -en esa etapa estamos ahora-, y post-sísmicos", acota Alvarado. Y asegura que la sumatoria de estos centímetros de alejamiento sólo podría tener consecuencias dentro de millones de años. |