Sibila CampsArtículos destacados
   
     
Publicada en diario "Clarín", Buenos Aires, 24 de Abril de 2004

A UN AÑO DE LA CATASTROFE: LAS SECUELAS PSICOLOGICAS Y FISICAS QUE DEJO LA INUNDACION


En Santa Fe, la gente sufre aún el shock de haber perdido casi todo

Según datos oficiales, se ha triplicado en los hospitales la demanda de atención por estados depresivos e insomnio. Grandes y chicos tratan de reconstruir su pasado restaurando los objetos que el agua destrozó.


Sibila Camps ENVIADA ESPECIAL

Ahora está aflorando un bajón psíquico muy fuerte, como la humedad en las paredes —compara el padre Axel Arguinchona—. Las personas están como las casas: por afuera todo parece igual, pero uno se pone a charlar y se da cuenta de todos los quiebres que tienen".

Arguinchona es párroco de Santa Rosa de Lima, un barrio humilde de 35.000 habitantes que perdieron todo en la inundación que el 29 de abril de 2003 sepultó un tercio de la ciudad de Santa Fe (ver aparte). Su iglesia quedó bajo 4 metros de agua. Metros más, centímetros menos, en la franja oeste tapó dos hospitales, doce escuelas, los edificios de las organizaciones comunitarias, 28.000 viviendas, centenares de talleres y pequeños comercios. Y desintegró la historia y el alma de sus habitantes.

En algunos barrios hay que mirar bien hacia arriba para notar la cicatriz negra de la catástrofe. A veces la disimula la cornisa o la losa. En las casas más viejas se confunde con un reciente mural labrado por los hongos. Veredas rotas, montoncitos de escombros frente a fachadas de viviendas que pudieron ser restauradas. Pocas huellas por afuera.

Por adentro las baldosas ondulan, las puertas no cierran, la humedad revienta la pintura flamante en las paredes peladas. Los muebles escasos bailan en las habitaciones, nuevos, berretas, entre algún sillón de plástico al que la lavandina no borró el estigma del barro.

"El grado de devastación es tan grande y afectó tan profunda e intensamente, que destruyó lo que llamamos valor refugio —explica la psicóloga Gladys Raviculé—. La mujer, que suele sostener las relaciones familiares, está arrasada y llora. Y los de al lado están cansados de verla llorar. Es ese hongo que se lava neuróticamente y vuelve a brotar".

Desde agosto pasado, Raviculé viaja desde Rosario para integrar, junto con colegas de la Escuela de Psicología Social Enrique Pichon Rivière de Santa Fe, el equipo terapéutico formado a pedido de los vecinos de Santa Rosa. Ya recibieron más de cien consultas. Por su parte, el doctor Gustavo Castagno, titular de la Dirección Provincial de Salud Mental —creada en enero—, admitió a Clarín "un aumento muy grande de la demanda en los hos pitales; en algunos servicios se ha triplicado, lo que desborda las posibilidades de asistencia".

Profesionales de varias ciudades integraron los equipos de salud mental que apuntalaron a los afectados en los centros de evacuados. Fueron desarmados cuando las familias regresaron a sus casas: "Hay una tendencia a declarar el estado de normalidad, lo que desestructura más y dificulta la recuperación. Y ahora están saliendo las cosas que se barrieron bajo la alfombra", hace notar Raviculé.

"Sigo rescatando mis recuerdos —confiesa María del Huerto Villaverde de Quintana (52), del Barrio Centenario—. Lo hago de a poco, cuando estoy mejor de ánimos, porque me bajonea demasiado. Alcancé a recuperar el vestido de 15 de mi hija, el de casamiento de mi mamá; me lo habían tirado, volví a buscarlo, lo lavé muchas veces, lo dejé al sol: quedó bastante bien".

A la hora de la siesta, María del Huerto friega los primeros zapatitos de sus siete hijos —"de la panza y del corazón"—, con la tijera amputa hongos de las fotos, raspa manchas en los recortes de diario sobre su abuelo boxeador, rasquetea los cuadros de sus bisabuelos, pule los dientes de leche de sus chicos. Las lágrimas desflecan sus palabras: "Me habían fallecido dos nietos y conservaba cabellos de uno y una foto del otro. Al mes murieron mis dos perros. Esas cosas no se devuelven con nada. Fui fuerte, pero ahora me quebré".

Mientras la mezcladora gira para emparchar el revoque de su casa en Barrio Centenario, el plomero y gasista Antonio José López (47) vuelve a aquella noche: "Un nene mío me dice: 'Mirá, una cosa que blanquea... algo que brilla...' Cargo algunas cosas, arranco... el agua me pegó atrás en el auto". No pudo llegar hasta lo de su madre, que escapó con el agua a la cintura y fue alzada por unos jóvenes. "Cómo sería la impresión, que no se acuerda de nada", comenta.

Alteraciones de la memoria, trastornos de pánico, insomnio, terrores nocturnos, disfunciones sexuales, dolores de cabeza, enumera Raviculé. "También se manifiesta con patologías orgánicas: cardíacas, gastrointestinales, hipertensión —reconoce el director de Salud Mental—. La gente se enferma más, y más joven".

Por esa razón, el programa que pondrá en marcha esta semana apunta, dice Castagno, a la clínica de la subjetividad en atención primaria de la salud. Se desarrollará en los centros de salud de nueve barrios, en articulación con proyectos colectivos con las organizaciones vecinales.

Casi todos lloran al recordar aquella noche, aquellos días. "Todos harapientos estábamos. La humillación... En una casa éramos treinta. No teníamos dónde bañarnos. Ibamos a pedir todos los días. La sociedad nos dio de comer, porque lo que es el Gobierno..." Víctor Hugo González se pasa la mano por los ojos y pide disculpas: "Gracias por ser paño de lágrimas". Como una lámpara votiva, en el fondo de su fábrica de muebles arde la hoguera con todo lo que ya no sirve.

"Y después, los fantasmas: 'Esto no se termina, va a volver...' Este martes por la noche llovió mucho. Los chicos pusieron sus cosas arriba de la mesa", cuenta el docente de plástica Juan Pablo Mendoza. Su hermano (46 años), no soportó el después: se ahorcó el 1° de setiembre.

"Algunas noches escucho los gritos de auxilio. No eran gritos anónimos, sabía quiénes eran. —confiesa Ana María Salgado, directora de la EGB Monseñor Zazpe, en cuyos techos cobijó a 400 vecinos—. A veces estoy en la puerta y tengo la sensación de que va a volver a pasar".

http://www.clarin.com/diario/2004/04/26/s-03015.htm

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Publicada en diario Clarín, Buenos Aires, 28 de Abril de 2004
A UN AÑO DE LA CATASTROFE

Santa Fe: denuncian 43 muertes por secuelas de la inundación

Varias entidades de derechos humanos presentaron los casos ante la Justicia.


Sibila Camps
SANTA FE. ENVIADA ESPECIAL.

Los organismos de derechos humanos de Santa Fe denunciaron ayer ante la Justicia la muerte de 43 personas por secuelas de la inundación que sufrió la ciudad hace un año. En una conferencia de prensa, y junto con familiares de las víctimas, aclararon que la cifra es "provisoria", ya que "aumenta día a día" con nuevas denuncias.

Hasta ahora, las autoridades han reconocido la muerte de 23 personas, ahogadas. Sus familiares están cobrando un "beneficio" mínimo de 45.000 pesos —que no es una indemnización—, establecido en la ley provincial 12.183, sancionada en diciembre. Los fundamentos de la norma atribuyen la tragedia únicamente a un "hecho natural".

Pero en los últimos meses, muchos se acercaron a la agrupación Empresas Afectadas y a los organismos de derechos humanos para dar cuenta de la muerte de parientes por causas que vinculan con el desastre.

"Después del estrés, cuando se ingresa en el distrés, hay un aumento considerable de la adrenalina, que produce vasoconstricción, con daños en los órganos blandos (cerebro, corazón, riñones) —explicó José Mustafhá, de Empresas Afectadas—. Yo sufrí ataques de pánico y mal de Parkinson, con 12 y 20 de presión, 200 pulsaciones por minuto y la sensación de que me estaba muriendo. Tuve la suerte de poder pagar la medicación."

La denuncia por homicidio culposo incluye la desaparición de una persona y la muerte intrauterina del bebé de Viviana Alarcón, tras un embarazo a término. La presentación se agrega a la causa por estrago culposo calificado e incumplimiento de los deberes de funcionario público, en manos del juez Diego De La Torre.

"Mi marido era totalmente sano. Caminaba 50 cuadras por día —contó Gladys, la esposa de Luis Gerosa (64)—. Cuando pudimos volver a casa, en el Barrio Roma, estaba desencajado. Trabajó hasta el día anterior a su muerte como preceptor en el Colegio Industrial". Murió el 11 de junio por insuficiencia cardiorrespiratoria, tras un cuadro depresivo con hipertensión.

Al conocer la noticia, su vecino y amigo Nasim Hadad (73) se derrumbó y un mes después sufrió un infarto. A pesar de que era cardíaco y de haber estado diez horas en el agua antes de ser rescatado, al regresar "dio mucha fuerza al barrio, se reía, tenía mucha resistencia —recordó su hija Gladys—. Pero empezó a deprimirse y no pudo más".

La tragedia golpeó sobre todo a los ancianos: 22 de las víctimas tenían más de 70 años. Pero la lista también incluye a cuatro personas de 40 a 49 años y a nueve que tenían entre 50 y 59 años.

El informe consigna que 14 de las muertes se produjeron durante el primer mes. La gran mayoría —incluyendo a las víctimas "oficiales"— se concentra en los barrios del sur, adonde el agua tardó muchas horas en llegar. "Esto es una injusticia total. Pudo haberse evitado. Podrían haber avisado, para tomar recaudos", se indignó Miriam de Perezlindo, sin consuelo por la ausencia de su suegro.

Algunos perdieron sus remedios bajo el agua. Otros se enfermaron a los pocos días y no tuvieron atención adecuada. Otros vieron agravarse súbitamente patologías que estaban bajo control. En los datos médicos recogidos predominan los infartos y los paros cardiorrespiratorios.

La presentación judicial incluye además el caso de Lorenzo Gómez, un carpintero de 72 años que sufrió un accidente cerebrovascular al ver llegar el agua, y pudo ser rescatado recién nueve horas después. Quedó hemipléjico y sin habla. "Perdió todo el taller —señaló su hija Laura—. No le dan pensión por invalidez porque mi mamá cobra 137 pesos de una pensión por vejez. Le retiraron la caja de alimentos. Y no le reponen las herramientas porque dicen que, al estar discapacitado, no puede trabajar".

"Este es sólo un primer caso de los 'secuelados' —remarcó la abogada Lucila Puyol—, una muestra para alertar al Gobierno, para que no haya más muertes."

http://www.clarin.com/diario/2004/04/28/s-03001.htm

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Publicada en diario Clarín, Buenos Aires, 29 de Abril de 2004
A UN AÑO DE LA CATASTROFE QUE INUNDO UN TERCIO DE LA CIUDAD

Santa Fe: los afectados por el agua marchan para exigir justicia

Pedirán hoy castigo para los responsables y agradecerán la solidaridad recibida.

Sibila Camps SANTA FE. ENVIADA ESPECIAL

 Con numerosas actividades, marchas y un acto central frente a la Casa de Gobierno, los santafesinos recordarán hoy la inundación que hace un año dejó un tercio de la capital bajo el agua. Volverán a exigir "juicio y castigo para los responsables". Pero también agradecerán la solidaridad nacional e internacional.

Durante la catástrofe se ahoga-ron 23 personas. Pero los organismos de derechos humanos piden que también se reconozca la muerte de al menos otras 43, por secuelas de la inundación.

Recién en diciembre cada una de las 28.000 familias afectadas recibió la última cuota de un subsidio no reintegrable de $ 4.000. No les fue fácil cobrar. Debieron montar guardia durante días en sus casas devastadas, a la espera del censista. Peregrinaron por oficinas que cambiaban de domicilio. "El gobierno aplicó metodologías para el cansancio", subraya Julia Gaitán, de los organismos de derechos humanos.

A Esmeralda Mancinelli (71) se le fueron $ 1.600 sólo en la cocina y la heladera. Como todos, debió firmar su renuncia a cualquier "pretensión por indemnización por daños y perjuicios" contra el Estado. "Pero yo, a la Constitución no renuncio —afirma—. Por eso voy a ir al acto".

Los reclamos de las agrupaciones formadas tras la catástrofe y de las ONG que las apoyan dieron lugar en diciembre a la ley provincial 12.183, que prevé una "reparación excepcional" para viviendas y muebles. Los beneficiarios se encontraron con sorpresas, como el descuento de los $ 4.000 recibidos y valuaciones de sus casas a 1996, que no contemplan mejoras posteriores. La ley no rige para otras localidades, como San Javier, que estuvieron anegadas, pese a estar incluidas en la declaración de desastre.

"Llevamos más de 10.000 casas visitadas y en más de 600 comprobamos que la oferta económica del gobierno se acerca muchísimo al daño material que sufrieron las viviendas", aseguró a Clarín el director del Ente para la Reconstrucción de la Emergencia Hídrica y Pluvial, Juan Carlos Forconi. Calculó que el censo concluirá en dos meses, pero confesó que "estamos un poco trabados con los pagos". Más tiempo llevarán las casi 12.000 viviendas con problemas de titularidad, a cuyos dueños se les exige trámites costosos que no pueden afrontar.

"Santa Fe volcará unos 260 millones de pesos en el bolsillo de la gente", dice. Pero admite que los fondos provienen, a través de la Nación, de "un crédito del Banco Mundial que la Provincia tenía adjudicado hace años".

Otra parte de ese crédito se destinó a obras públicas actualmente en marcha y previstas hace años, que probablemente habrían evitado el desastre. Y también a obras que, para las ONG, no tienen relación con la emergencia. "Son criterios", disiente Forconi.

Para el comercio, la industria y los cuentapropistas, la situación es desesperante. Mario Galizzi, de la APYMEs de la capital, dice que "en una ciudad donde la economía informal es casi del 50%, la inundación afectó la franja oeste, donde ronda el 90%".

Son dueños de polirrubros, despensas, talleres, costureras, electricistas, vendedores ambulantes, carpinteros, que se quedaron sin máquinas ni herramientas. Según Galizzi, el promedio de pérdidas es de $3.000. "El gobierno cerró el censo en mayo, y sólo se inscribieron 835 —cuenta—. Nos pusimos a ayudarlos y ya se anotaron otros 4.200 emprendedores informales".

A los propietarios de las 233 industrias y los 1.322 comercios afectados que sí estaban registra-dos no les fue mejor. Los Mendoza tenían un almacén en el Barrio Santa Rosa de Lima. "Reclamamos $ 32.338 y nos reconocieron $ 31.758, pero dijeron que no hay plata y nos dieron el 9 %", afirma Juan Pablo.

Pero lo que más indigna a todos, es que ni la Municipalidad ni la Provincia reconocieron responsabilidades en la tragedia. "A la mañana dijeron que no nos íbamos a inundar —recuerda Galizzi—. ¡Nadie sufrió un castigo!"

"En algún punto siempre hay responsabilidades cuando ocurren estas catástrofes", asume el titular del Ente. Entonces, ¿por qué no se modifica la ley?, preguntó Clarín. Forconi fue tajante: "Es un tema que no está en discusión".

http://www.clarin.com/diario/2004/04/29/s-03601.htm

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Publicada en diario Clarín, Buenos Aires, 30 de Abril de 2004
A UN AÑO DE LA CATASTROFE QUE INUNDO UN TERCIO DE LA CIUDAD

Santa Fe: protesta masiva y en paz

Unas 15.000 personas, de todos los barrios, reiteraron su reclamo de justicia en la Plaza 25 de Mayo bajo la lluvia. Duras críticas al ex gobernador Carlos Reutemann y a su sucesor Jorge Obeid.


Sibila Camps SANTA FE ENVIADA ESPECIAL

 Unos 15.000 santafesinos de todos los barrios y de localidades vecinas se concentraron ayer en la Plaza 25 de Mayo, frente a la Casa de Gobierno, al cumplirse un año de la trágica inundación. Reiteraron pacíficamente su reclamo de justicia y castigo a los funcionarios, a quienes responsabilizan de la catástrofe.

La lluvia tenaz que repicó sobre la ciudad desde la madrugada hasta media mañana reanimó los fantasmas de lo ocurrido hace un año. También obligó a suspender el acto organizado por las doce escuelas que se inundaron.

A primera hora, en cada una de ellas se recordó la tragedia. En la EGB Monseñor Zazpe, del Barrio Santa Rosa de Lima, chicos y maestros habían trabajado mucho sobre vivencias traumáticas que siguen estando a la vuelta de la memoria. Junto con la directora, Ana María Salgado, 400 vecinos quedaron abandonados durante aquella noche infinita sobre los techos del edificio. El agua barrió con útiles, muebles y herramientas. El 25 de marzo pasado, la escuela fue saqueada y sus instalaciones destrozadas, en un hecho aún no esclarecido.

Las Madres de Plaza de Mayo flanquearon la Bandera de ceremonias, que acompañó a los náufragos durante aquella noche y que, como ellos, conserva huellas indelebles. Los sollozos de mamás y docentes rubricaron el Himno Nacional. "Así como los pañuelos blancos no abandonan la lucha, los guardapolvos no abandonan la esperanza", prometió la directora.

A las 11.30, convocados por APYME, unos 500 comerciantes y cuentapropistas se concentraron frente a la Casa de Gobierno. En los vallados levantados el lunes colgaron afiches de "Los inundadores": el ex gobernador Carlos Reutemann, su sucesor Jorge Obeid y ex funcionarios comunales que ahora tienen cargos provinciales. En el acto también participaron productores que llegaron a caballo desde Recreo y la Coordinadora de Productores Agropecuarios.

El obispo de Santa Fe, monseñor José María Arancedo, ofició a las 16 una misa multitudinaria frente al Colegio del Sagrado Corazón. Instó a rezar "por nuestros muertos, los inmediatos y los posteriores" a la tragedia, y "para acompañar el dolor de los que aún sufren las consecuencias" y "viven el justo reclamo por su situación".

Al atardecer, familias enteras, gente de todas las edades y clases sociales, colmaron la plaza central. Llegaron con pancartas de sus barrios, banderas con crespones, carteles y cartulinas donde exigían indemnizaciones por sus pérdidas. El ex gobernador y el actual concentraron los insultos. Entre los aplausos por las adhesiones recibidas, una chiflatina unánime tapó la lectura de la que envió el presidente Kirchner.

Las murgas respetaron el minuto de silencio "por todos los que murieron este año". Después, la multitud escuchó el documento de las 30 agrupaciones convocantes y aplaudió los gestos solidarios de todo el país y el mundo". Se evocó "la indiferencia de la clase política, el desamparo y la desprotección posteriores a esta catástrofe evitable y las secuelas físicas y psíquicas". Y se renovó la voluntad de lograr justicia. Al final del acto, un sospechoso apagón aisló la plaza durante 15 minutos. La gente no tuvo miedo y encendió sus velas.

http://www.clarin.com/diario/2004/04/30/s-03815.htm
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Publicada en diario Clarín, Buenos Aires, 29 de Abril de 2006
 


Sin obras ni previsión

Al fundar el procesamiento de los ex funcionarios, el juez Jorge Patrizzi detalla los principales motivos por los que se inundó un tercio de la ciudad:

La Provincia no había construido el último tramo de la obra de defensa Circunvalación Oeste; por allí entró el desborde del río Salado. Sin embargo, el juez no plantea investigar por qué no se concluyó la obra, pese a que se contaba con el dinero.

La falta de un sistema de alerta hidrológico, lo que habría permitido adoptar medidas de contingencia.

El puente carretero sobre la autopista Santa Fe-Rosario, al sur de la ciudad, tenía un ancho de 150 metros, insuficiente para el normal escurrimiento del agua.

"La falta de un plan de contingencia para la evacuación masiva de la población".

Unos días antes, cuando ya se esperaba el pico de la crecida, tampoco se hicieron obras provisorias que retardaran y atenuaran el ingreso del agua.

El ex intendente Marcelo Alvarez afirmó a los medios que los barrios del sur "no van a tener ningún tipo de inconveniente"; fue donde hubo más muertes
 


El sufrimiento de los que perdieron todo "sigue intacto"

La Casa de los Derechos Humanos de Santa Fe, que cobija a tres organizaciones, fue la responsable de ir informando al juez Jorge Patrizzi acerca de las personas que murieron como consecuencia de la inundación, en los dos años posteriores. "Ya suman 150, la mayoría en los primeros cuatro meses", señaló Julia Gaitán.

Se pide abundante documentación y se analiza caso por caso con médicos, psiquiatras y psicólogos. "Se busca conocer si tenían o no patologías previas. En los diabéticos, enfermos cardíacos y renales, es muy fuerte ver cómo se agravaron a partir de la inundación y terminaron falleciendo", contó. Estos casos, ni siquiera mencionados en el auto de procesamiento del juez, fueron informados a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Esas presentaciones también incluyen la documentación de los más de 100 "secuelados", término adoptado en Santa Fe para designar a quienes enfermaron como consecuencia de la catástrofe. "Hay muchas patologías, sobre todo en chiquitos y ancianos", precisó Gaitán.

Las organizaciones de afectados afirman que los 25 psicólogos ubicados en los barrios no alcanzan para revertir cuadros de depresión, pánico y angustia. Demandan además "psicopedagogos para adolescentes y niños con traumas".

"La salud mental de los inundados aún está bajo los efectos del daño producido por el arrasamiento de sus pertenencias y sus proyectos de vida truncados, por saber que fue una inundación evitable, por comprender su vulnerabilidad, y por la manipulación de sus necesidades. El sufrimiento sigue intacto", dijo la directora de la Escuela de Psicología Social, Mercedes Martorell.

 
  A TRES AÑOS DE LA CATASTROFE
 
La Justicia procesó a 3 ex funcionarios por la trágica inundación de Santa Fe

 

Son el intendente, el ministro de Obras Públicas y el director de Obras Hidráulicas provincial de entonces ♦ Los acusan de estrago culposo agravado por la muerte de 18 personas, aunque en total murieron 150.

Sibila Camps

Entre las 150 cruces plantadas ayer en la plaza 25 de Mayo, en memoria de las personas que murieron durante o como consecuencia de la inundación, los vecinos de Santa Fe recordarán hoy el tercer aniversario de la catástrofe que dejó bajo el agua un tercio de la ciudad. Llegan a esta fecha con un consuelo que tiene gusto a poco: la Justicia acaba de reconocer la responsabilidad de las autoridades en la tragedia, pero sólo procesó a tres ex funcionarios.

El ex intendente Marcelo Alvarez, el ex ministro de Obras Públicas, Edgardo Berli, y el ex titular de la Dirección Provincial de Obras Hidráulicas, Ricardo Fratti, están acusados de estrago culposo agravado por la muerte de 18 personas. El juez en lo penal Jorge Patrizzi consideró que la muerte de otras 5 personas no se debió al desastre. Nada dijo acerca de otras 127 que, según la documentación presentada por los organismos de derechos humanos, fallecieron por la misma causa (ver El sufrimiento...).

Varios días antes, intensas lluvias en el norte de la provincia habían provocado grandes anegamientos en áreas rurales, como también el desborde del río Salado, que fue inundando poblaciones. Al llegar el pico de la crecida a Santa Fe, el agua entró por el noroeste, por no haberse concluido la obra de defensa.

Unos 130.000 habitantes debieron dejar su casa por sus medios en medio del pánico, con el agua a la cintura o en botes, la mayoría en plena oscuridad. Centenares resistieron la noche del 29 de abril en los techos. En el sur, el agua superó los 4 metros; allí fue donde murió la mayoría de las 23 víctimas "oficializadas" por el gobierno provincial. Ni éste ni las autoridades comunales admitieron jamás su responsabilidad en el desastre, algo que acaba de desmentir el juez Patrizzi.

"Es insuficiente, pues debería estar procesada la figura de máxima responsabilidad, el entonces gobernador Carlos Reutemann", señaló Ricardo Hase, abogado de Milagros Dermiyi y Jorge Castro, impulsores de la acción penal. "Salió impune, y las mismas pruebas contra los tres funcionarios sobraban para procesarlo a él también", protestó Dermiyi.

Según dijo a Clarín el titular del Ente de la Reconstrucción, Carlos Dallafontana, "sin contar la obra de infraestructura, la provincia desembolsó unos 250 millones de pesos" para reparar unas 40.000 viviendas (también en otras localidades), arreglar más de 2.000 vehículos, asistir a más de 2.000 pequeños comercios y talleres no formales, y apuntalar instituciones afectadas.

Pero las cifras mencionadas por el juez en su escrito son muy superiores: 233,3 millones por daños y pérdidas en unas 22.000 viviendas sólo de la capital, y 1.088,9 millones en el sector industria, comercio y servicios. "El promedio de lo recibido es de $ 4.015 por vivienda —dijo José Acosta, representante de los afectados—. Y para cobrarlo tuvimos que firmar que no reclamaríamos indemnización, lo que es anticonstitucional. Nos hicieron renunciar a nuestros derechos".

"Se aprovecharon de la situación de necesidad", se indigna Iván Cullen, abogado patrocinante de la mitad de los 10.000 afectados. "A las grandes empresas les ofrecieron mucho dinero; al Club Colón, 3 millones. Y a los que perdieron todo —los más necesitados de la ciudad— no les cubrieron ni el 30% del daño", agrega Cullen.

Después de alquilar durante 16 meses, Acosta y su familia pudieron volver a su casa. "Hubo que cambiar aberturas, revoques, cielorrasos, instalación eléctrica y sanitarios. La pérdida de muebles y electrodomésticos fue total —cuenta—. La recuperación de la infraestructura del barrio es muy lenta, pero más rápida en comparación con otras zonas". Barrios de emergencia que debían ser provisorios, siguen albergando a centenares de familias, denuncia la Organización Carpa Negra de la Memoria y la Dignidad. En los inaugurados hace poco no hay agua potable ni cloacas.

"El daño mayor es la impunidad —concluye la directora de la Escuela de Psicología Social de Santa Fe, Mercedes Martorell—, pues cuestiona la relación verdad-justicia-salud mental".

  http://www.clarin.com/diario/2006/04/29/sociedad/s-05201.htm