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Publicado en Clarín, Buenos Aires, 8 de febrero de 2009


PREDOMINA LA INFLUENCIA NEGRA E INDIGENA EN EL CARNAVAL

 

Un rito representativo de las clases populares de América

 


Sibila Camps

En América del Sur, los carnavales más genuinos maduraron al calor de la influencia negra en la costa atlántica, y de la resistencia indígena en la zona andina, componentes que dieron una vuelta de tuerca a la colonización católica, al menos durante unos días al año. Coinciden también en el carácter colectivo de sus expresiones: cuanto más numerosa o participativa, más cohesionada y sincronizada es la agrupación que la genera, mayor resulta su representatividad popular.

Así, las scolas do samba del carnaval de Río de Janeiro concentran un deslumbrante desfile coreográfico con base temática, con un riquísimo despliegue de vestuario y utilería. El carnaval de Barranquilla se diversifica en música (ritmos caribeños y de toda Colombia), baile y bailes, distintos tipos de paradas, disfraces y máscaras. También las máscaras descuellan en el carnaval de Oruro (Bolivia), en procesiones con cabriolas donde se funden los cultos a la Pachamama y a la Virgen del Socavón.

En los pueblos andinos del noroeste argentino, el carnaval es de todos –todos se entreveran, todos danzan–, pobre en insumos, rico en coplas y arraigo. También es un carnaval con todos el de las calles de Bahía (Brasil), para menearse con los tríos eléctricos que atruenan desde los camiones.

En el de Montevideo subyacen los ritmos negros, en especial en el desfile de las llamadas. Pero lo que lo distingue de otros carnavales es la esencia de teatro callejero que inspira a las agrupaciones carnavalescas que ofrecen sus espectáculos de lunes a lunes durante cinco semanas en el Teatro de Verano (un enorme anfiteatro ubicado en el Parque Rodó, en Montevideo), y los fines de semana en los tablados de los clubes de barrio.

Entre ellas, son las murgas las más imaginativas y complejas, sin perder jamás el carácter popular. Baile, pantomima, canción, coro, percusión, teatro y artes visuales se potencian en los espectáculos, verdaderos noticieros orales que pasan revista, con humor y crítica, a los principales hechos ocurridos durante el año anterior.

Si bien han desaparecido los tablados en las calles, el carnaval montevideano ha crecido en otros aspectos: inclusión de mujeres en las murgas, mejor vestuario (en especial los sombreros), y un maquillaje de creatividad infinita.