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Publicada en diario "Clarín", Buenos Aires, 31 de Octubre de 2010

 

  Dos chicas cumplen su sueño de proyectar cine por toda América  
 


SIBILA CAMPS

Arrancaron en Córdoba el 24 de junio de 2008, con el equipo móvil de proyección y menos de 40 títulos en la maleta, cargados en la Juana, la estanciera comprada en Rosario. Dos años y tres meses después, con 34.000 kilómetros a cuestas y cerca de volver al punto de partida, Viviana García (34) y Griselda Moreno (35) ya llevan más de 400 películas de toda América latina, que han ido recogiendo y mostrando a su paso. Y su iniciativa Cine a la Intemperie, lejos de concluir con el regreso, dejó semillas que ya germinaron.

No fue una aventura, sino una idea y un sueño que quería cumplir. Decidí militar a través de este proyecto, de exhibir audiovisuales que les sirvan a otras personas y que puedan generar cambios” , explica Viviana, cineasta, productora y fotógrafa platense. Sobre esa base se sumó Griselda, fotógrafa y periodista salteña. Y apostaron a aprovechar o generar espacios alternativos para mostrar realizaciones independientes, que expresen la enorme diversidad cultural latinoamericana, y afiancen la solidaridad y la participación.

En un primer momento pensaron en detenerse sólo en pueblos alejados. “Después nos dimos cuenta de que a 50 kilómetros de las grandes ciudades tampoco habían visto cine”, cuenta Viviana. A veces con contactos programados, otras por invitación, otras improvisando, desplegaron la pantalla y los parlantes en escuelas, cárceles, asociaciones civiles, grupos de mujeres, movimientos campesinos y barriales.

O simplemente en la plaza del pueblo. O apuntando el haz de luz contra el muro de la iglesia, adonde los chicos se acercaban a raspar para ver si podían despegar las imágenes. En el valle de Colca, en Perú, ofrecieron 16 proyecciones en pueblos de 300 a 600 habitantes. “La gente llegaba y se sentaba con sus llamas”.

En El Peñón (Catamarca), a 4.000 metros de altura, los vecinos pagaron una hora más de electricidad para tener cine. En Río Grande, Chile, hubo que encender la pequeña central hidroeléctrica para poder conectar los equipos. En un pueblo de Cuenca (Ecuador) les pidieron un documental tras otro sobre minería y la función duró cuatro horas, además del debate. “Pueden estar hablando tres o cuatro horas. Otras veces quieren hablar con nosotras: para ellos, una película también es nuestro viaje”.

A una comunidad indígena de la Amazonía ecuatoriana llegaron a través del presidente de la Asociación de Shamanes del Napo. Recién después de la proyección, cuando el chamán comenzó a explicarles, las chicas descubrieron que sólo hablaban quechua . A la Base de Entrenamiento de Infantería de Marina de Coveñas, Colombia, se acercaron buscando ayuda para cruzar a Panamá con la camioneta. Terminaron ofreciendo películas sobre derechos humanos a 2.000 cadetes, como parte de su currícula.

Ya viajaban con Macacha, pues la Juana había concluido su vida útil en Uyuni (Bolivia). En cambio, no hallaron el modo de llevarla a Cuba, adonde viajaron sólo con las maletas y el equipo . El único país donde no pudieron proyectar fue Honduras, al que llegaron durante el golpe de Estado. Fue una de las dos noches en todo el viaje pasadas en un hotel, ya que cuando no les ofrecían un techo, dormían en su carpa.

Y todo esto, ¿cómo se financia? “Con pequeños auspicios de empresas, municipios, institutos de cultura. Varias personas también nos han hecho donaciones”. Las chicas nunca pasaron la gorra. ¿Alcanza con eso? “Yo decidí poner de 400 a 600 dólares por mes”, se franquea Viviana; es parte de la indemnización recibida por la desaparición de su padre, Gustavo Hugo García, secuestrado en 1977.

Ambas fueron registrando sus experiencias en su sitio web www.cinealaintemperie.com.ar.

Filmaron también su recorrida ; esas 59 horas están en proceso de edición, para un documental cuyo estreno, en Córdoba, cerrará esta primera etapa. Para entonces ya habrán ofrecido cerca de 120 funciones .

El proyecto fue llevándonos también a las grandes ciudades, donde están los contactos, los repuestos, el service, los institutos de cine”, reconoce Viviana. Así fueron armando un importante catálogo de documentales y ficción –largos, cortos, mediometrajes y animación–, dividido por temas: niños y niñas, derechos humanos, género, pueblos originarios, salud, medio ambiente, realidad latinoamericana y movimientos sociales.

Al mismo tiempo comenzaron a presentar los audiovisuales en festivales y muestras. Y tras estrechar los vínculos con otros cines rodantes, coordinaron el Primer Encuentro de Cines Móviles de América Latina, que tuvo lugar a fines de setiembre en el marco del Primer Festival Internacional de Cine de Puebla (México). Allí nació la red de cines ambulantes , y allí se afianzaron futuras giras de Cine a la Intemperie en Estados Unidos, Marruecos, Europa, nuevamente en Latinoamérica y en las provincias argentinas.

El proyecto fue creciendo, tenemos nuevas ideas y seguimos necesitando auspicios. Nosotras fuimos creciendo –concluye Viviana–. Hoy en día, para mí, todo es posible”.

http://www.clarin.com/sociedad/chicas-cumplen-sueno-proyectar-America_0_363563721.html