Sibila Camps
Las pasiones más animales del ser humano –las que estallan en violencia y las que se sepultan bajo la hipocresía– conforman un friso de vigencia estremecedora, a través de los 160 grabados de Goya (1746–1828), montados desde ayer en el Museo Nacional de Bellas Artes. La muestra de los Caprichos y los Estragos o desastres de la guerra se completa con cinco óleos, también patrimonio del museo.
Ambas series al aguafuerte y aguatinta ya habían sido expuestas en Buenos Aires. La última vez en 1996 cuando, al cumplirse los 250 años del nacimiento del pintor español, la Fundación Juan March de Madrid montó además la Tauromaquia y los Disparates, en el Museo Nacional de Arte Decorativo.
Pero ésta es la primera vez que Bellas Artes exhibe su propia colección. Las estampas de los Caprichos, completados en 1799, constituyen la décima edición de las planchas de cobre; fueron realizadas entre 1918 y 1928, y donadas por el Museo del Prado. En cuanto a los Desastres, Goya comenzó a bocetarlos en 1808, pero no aparecieron hasta 1863; la versión expuesta ahora fue impresa en 1892. |