Sibila CampsArtículos destacados
   
   
Publicada en diario "Clarín", Buenos Aires, 01 de Octubre de 2005

   
 

Saber académico en la escuela


 

Para conocer cómo vivieron y en qué creían los selk'nam y los yámana es necesario extender la búsqueda hacia los alakaluf y los haush, los otros dos grupos que habitaron Tierra del Fuego. Pero, poco o nada de eso se enseña en las escuelas. A lo sumo se habla de "los onas" (erróneamente en plural porque los nombres de grupos indígenas se escriben en singular), que era el término despectivo con el que los yámana llamaban a sus vecinos del norte.
"Hay un gran desfasaje entre la investigación académica y los contenidos que se divulgan en el colegio", admite la arqueóloga y antropóloga Dánae Fiore. La investigadora basó parte de sus trabajos en las investigaciones realizadas hace 25 años por Luis Orquera y Ernesto Piana.

   
 

La canoa, valioso tesoro

 

La canoa fue el capital más valioso que tenían los yámana y los alakaluf porque era el medio para cazar lobos marinos, su principal fuente de alimentación.
Las construían con placas de corteza cosidos entre sí, que se mantenían abiertas mediante una armazón de varillas de madera. Medían entre 3 y 5,50 metros y podían transportar de 6 a 7 personas. Duraban de 6 a 12 meses. El piso era reforzado con más placas de corteza.

   

PRIMER ESTUDIO SOBRE LA DECORACION EN LOS CUERPOS DE LOS YAMANA Y LOS SELK´NAM DE TIERRA DEL FUEGO


La pintura corporal era un modo de ejercer el poder entre los indígenas

 
Esta práctica es considerada el arte antiguo más austral del mundo.
 


Sibila Camps

Para los yámana y los selk'nam que habitaban Tierra del Fuego, la pintura corporal era una forma de ejercer el poder. Siguieron creando en sus cuerpos aun cuando estaban diezmados, como expresión de una necesidad artística heredada de sus antepasados, quienes hace al menos 6.400 años ya decoraban sus arpones y utensilios. Fue el arte antiguo más austral del mundo.
Arqueóloga y antropóloga, Dánae Fiore es investigadora del Conicet en la Asociación de Investigaciones Antropológicas. Para su doctorado en la Universidad de Londres estudió por primera vez la pintura corporal de los dos grandes grupos indígenas que poblaron la isla, a través de fotografías, tomadas entre 1882 y 1930.
Del total de fotos de los selk'nam —habitaban el norte de la isla— y los yámana —localizados al sur, sobre el canal Beagle—, hay más de 200 que muestran los diseños de sus rostros y de todo el cuerpo. Sí, en todo el cuerpo porque, a pesar de que la media anual es de 5,3ø, estaban desnudos mucho tiempo. Fiore leyó los escritos de la época, en busca de referencias a la pintura. Su análisis reveló "una riqueza visual desconocida, diseños variables, relativamente pautados, diferentes de los de los indígenas del noroeste y de los del Pacífico".
Los selk'nam vivían de la caza de guanacos, aves y los animales marinos que mataban en la costa; eran también pescadores y recolectores. Los yámana se alimentaron de forma similar hasta hace 6.400 años, cuando comenzaron a construir canoas, fabricar arpones y cazar lobos marinos.
Esos hábitos siguieron hasta la llegada de los españoles. Entonces eran "dos sociedades vecinas que no compartían lenguaje, formas de subsistencia, división del trabajo, ni el arte: tenían un repertorio propio de diseños".
Los volcaban en tres colores básicos: rojo, elaborado con sedimentos de óxido de hierro o de un color similar que se podía transformar al fuego; negro, lo grado con carbón vegetal; y blanco, obtenido de cierta arcilla o machacando valvas de moluscos.
"Las pinturas corporales generaban una división social dentro de los grupos", agrega. Fiore descubrió que en estas sociedades, la reproducción de las desigualdades no se centraba en la acumulación material, sino en el arte. Al expresar jerarquías, los diseños diferían por género y edad.
En los selk'nam, la división sexual del trabajo se reflejaba en lo ritual y no en la pintura de todos los días. Sólo los varones participaban en el hain, la ceremonia de iniciación a la adultez, que requería de días y meses para trasmitir los saberes a los adolescentes. En ese lapso, espíritus, totalmente pintados y con máscaras salían de la choza ceremonial y asustaban a las mujeres.
"Quien detenta el poder maneja la pintura, los efectos visuales, y las respuestas que genera en el otro", dice Fiore. Pero en los momentos compartidos del hain —danzas, esparcimiento—, los dibujos de hombres y mujeres eran similares. En los yámana, el hombre y la mujer se complementaban en la actividad vital, la caza del lobo marino, y esa menor desigualdad se vio en ceremonias. El chiejaus era compartido por ambos, mientras que la kina —similar al hain— era para hombres que, a veces, invitaban a una sola mujer.
También había "espíritus" coloreados, pero esa mujer no podía contar el "secreto" a las demás. Por el contrario se pinchaba la nariz y se pintaba con su propia sangre, simulando que había sido atacada por los espíritus. "La manipulación de lo visual tiene ese efecto —explica Fiore—: aunque uno sepa que es un ser humano, saber que está en contacto con los espíritus le da un poder mayor". Por eso, el chamán "tenía un diseño facial específico, pues podía curar o matar".
La Isla Grande comenzó a poblarse hace 11.800 años. "Encontramos restos de pintura preparada a lo largo de los últimos 6.000 años —revela Fiore—, aunque se desconoce si fue para pintura corporal". Sí hay evidencias de arte mobiliar —objetos de hueso tallado— desde hace 6.000 años hasta el siglo XIX. Lo desarrollaron sobre todo los yámana, al labrar diseños geométricos en punzones, tubos sorbedores, raspadores, cuentas de collar (usados por ambos sexos) y en especial arpones, los que recibieron la mayor intensidad decorativa. El afán artístico se corresponde con el valor de la presa de caza: para consumir las calorías de un lobo marino hace falta recolectar 48.000 moluscos similares al mejillón.

Para Fiore, esto desmiente las creencias sobre los nómades que sólo corren detrás de la comida. "Tenían su vida solucionada: había tiempo para embellecerse y decorar. En la conquista de Tierra del Fuego, la gente hizo arte, aún cuando se extinguía. El arte no es divertimento, sino algo inherente al ser humano".
 
   
http://www.clarin.com/diario/2006/04/16/sociedad/s-04401.htm