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Los expertos buscan que se conserven cien años más Kent Severson vive en Boston, pero pasa su tiempo en sitios arqueológicos, restaurando monumentos y piezas. Es experto en la conservación de materiales inorgánicos: piedra, metales, cerámica y, en menor medida, pinturas murales y mosaicos. En estos días, la Sala Aksha se ha convertido en un laboratorio , donde entrena a los conservadores del Museo de La Plata. Se han hecho estudios petrográficos, con rayos X e infrarrojos, y análisis fisicoquímicos, y Severson ya tiene su diagnóstico. El principal problema, señala, es que la arenisca "no es una piedra fuerte y se le desprende polvo. El material es poroso, hay sales solubles en agua y, al alternar el aire húmedo y el seco, los cristales de sales afloran a la superficie, salen con fuerza por los poros y se desprenden". El museo está en el Paseo del Bosque, y "la humedad ambiental es un problema, pero podemos hacer los materiales más estables sin tener que climatizar la sala", comenta Severson. Esa es una buena noticia para cuando se monte la nueva exhibición de la colección. La otra es que no hay riesgo de que la iluminación dañe las piezas . Otra tarea será remover la resina que recubre las piedras, porque "es muy fea y, con el tiempo, se puso muy amarilla -comenta-. Necesitamos usar materiales y técnicas que no distorsionen las materias originales y que sean reversibles". El proceso incluye un informe detallado de las condiciones de preservación de cada pieza, el cálculo del tiempo para restaurarla, y un programa general de trabajo. "El desafío es garantizar su conservación por cien años más", apunta Silvia Ametrano, directora del museo. Un legado de padre a hija "Papá se sentaba en la arena con el cuaderno, a descifrar jeroglíficos", evoca Elsa Rosenvasser Feher. Ella estudiaba física en los Estados Unidos y viajó para ayudar al padre en la primera campaña en Aksha. Junto con su madre, Paulina, hacían el inventario de la excavación . Abogado y profesor de historia, Abraham Rosenvasser " aprendió solo a descifrar jeroglíficos , como también alemán, francés e inglés. Pero recién después de la guerra, en 1950, pudo conocer Egipto", recuerda Elsa. Tenía 63 años cuando inició la misión Aksha. Rosenvasser hizo importantes aportes como epigrafista . Como titular de Historia Antigua I en la UBA promovió la creación de un centro que ahora es el Instituto de Historia Antigua Oriental y lleva su nombre. Su hija Elsa se dedicó a la investigación de la física del estado sólido, luego a la docencia, y de allí derivó a la enseñanza de la ciencia a docentes. Montó y dirigió un museo interactivo de física en San Diego, y continuó trabajando en otros proyectos de divulgación de las ciencias . Por su tarea en museos sabía de los apoyos económicos del Departamento de Conservación de la Fundación Getty. El participar ahora en la restauración y puesta en valor de la colección Aksha, afirma, "es una forma de honrar a mi padre". Nadie puede reclamarlas: son donadas El Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto advirtió al Museo de Arte de Saint Louis, Estados Unidos, que si no devuelve una mascarilla mortuoria decorada en oro de unos 3.200 años de antigüedad, la reclamará ante la Justicia. La mascarilla perteneció a una mujer de la corte de Ramsés II, quien construyó el templo de Aksha. Las piezas de Aksha que están en La Plata, en cambio, no corren ese riesgo porque fueron donadas por el gobierno sudanés. http://www.clarin.com/diario/2006/04/16/sociedad/s-04501.htm |
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